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Los familiares de 90 caídos en Malvinas pudieron llegar a Darwin

oleado, frío, llamativamente sin viento. En un lunes particular en las Islas Malvinas, histórico, cerca de las 8 de la mañana los primeros familiares de los 90 caídos en la guerra, identificados meses atrás, entraban a un remodelado Cementerio de Darwin para homenajearlos. Para acompañarlos allí, donde ahora sí descansarán con sus nombres.

Ya desde un comienzo se vieron escenas desgarradoras. Un equipo de Clarín fue testigo de la visita, la segunda de esta envergadura, luego de un primer viaje en 1991.

«Ay, Dios, ay hijo mío, dónde estás», decía entre lágrimas la mamá de uno de los ex combatientes cuyo ADN fue confirmado por la Cruz Roja el año pasado. Cerca, Alejandra González se abrazaba a la tumba de su hermano caído en Malvinas. Varios más decidieron imitar a Alejandra. Otros, se recostaban sobre las piedras que adornan parte del lugar.

Por el pronóstico, y para aprovechar la mañana que venía apacible, la ceremonia se adelantó -originalmente estaba prevista a las 11- y terminó pasadas las 10.30. A esa altura, la temperatura había subido de 5 a 7 grados, pero comenzaban a soplar los clásicos vientos de esta zona.

El clima es clave también para prever la vuelta: se estima que los familiares, con los periodistas y funcionarios que viajaron, estarán arribando a Ezeiza entre las 17.30 y las 18 de este lunes.

En la ceremonia tocó la guardia escocesa, con sus clásicas vestimentas vestimentas con polleras. Los escuchaban los familiares, muchos parados, pero las señoras mayores, acaso las más afectadas, sentadas en algunas sillas.

El acto tuvo fuerte carácter religioso, tanto que hubo tiempo para rezar un Padre Nuestro y que los más creyentes comulgasen. Habló monseñor Enrique Seguí, arzobispo auxiliar de Buenos Aires y cercano a Francisco. En su discurso, destacó la importancia de la «unidad y la paz» y parafraseó al Papa cuando abogó «por la cultura del encuentro».

También habló el abad Alan Hugh, administrador apostólico de las Islas, que llegó desde el Reino Unido.

Durante varios minutos, sobre todo al principio, fue conmovedor escuchar llantos en medio de un respetuoso silencio.

Entre los familiares, tuvo la palabra Fernanda Araujo. Rescató haber tenido «unas pocas horas muy necesarias», que, concluyó, esperaba que fueran «el comienzo para que los familiares sigan volviendo a Malvinas». Y recordó el «momento difícil» vivido el día anterior, con algunas discusiones en la previa del viaje entre familiares, que mantienen aún hoy diferencias.

La jornada había arrancado bien temprano, a las 6.25, cuando aterrizó en Mont Pleasant el primero de los tres aviones que llevarían a la comitiva de más de 200 personas. Era un MD 83 de la empresa Andes, en el que viajaban entre otros los periodistas. La nave había partido 3.48 desde Ezeiza.

A medida que entraban al Cementerio de Darwin, los familiares miraban las tumbas de los ex combatientes identificados que ya no dirán más «Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios».